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miércoles, 22 de agosto de 2012


¡Hola marineros! Después de varios días os traigo el siguiente capítulo :D Os parecerá cortisímo pero es que practicamente casi todo el capítulo son pensamientos de nuestra querida Annie. Quería deciros que voy a intentar escribir un nuevo capítulo, pero lo más seguro es que no pueda, pues me quedó una y tengo la recuperación en nada, y encima estoy en fiestas. Lo intentaré de verdad, pero no aseguro nada. También deciros que os he puesto una canción que para mí es muy importante, pues me encanta. Refleja como Annie se siente sin Finnick. Y eso es todo marineros, espero que os guste :D 









Capítulo 4: Tú eres la razón de mi sonrisa.


Me levanto de la cama con cuidado de no hacer ruido. No he podido dormir apenas estas últimas siete noches. Desde que pasó eso hace una semana, no puedo dormir. Me aterroriza recordar esas imágenes de cómo besuqueaba a aquel tal Mikel confundiéndole con mi gran Finnick. Horrorizada, intentando dejar de pensar en lo que he soñado durante estos días, me arrimo al armario y cojo mis chanclas blancas, mis pantalones color rosa salmón y mi camiseta blanca, poniéndome cada una de las prendas cogidas. Cuando termino, cojo al bebé en brazos con cuidado de que no se despierte. Bajo las escaleras con mucho cuidado, mirando a ambos lados y bajando las escaleras con cautela, pues lo que me faltaba es que el bebé se caiga. Me quedan dos escalones y cuando menos me doy cuenta, ya estoy abajo. Ando por el ancho pasillo en dirección al salón y tumbo al bebé en el sofá marrón clarito, el pequeño. Rápidamente, saco una manta finita y la coloco en el sofá más grande y suave del salón, de tal forma que el sofá parezca una cama. Cojo al bebé y lo coloco en el sofá donde he puesto la manta y le tapo. Está durmiendo, pero una pequeña sonrisa le sale de su pequeña boca.
Me retiro, dejando al bebé en el sofá y voy a la cocina. Que sonrisa más bonita tiene, como la de su padre, aunque aún él no tiene dientes. Su padre… Buena persona, dulce, enigmático, guapo, sensato… Lo tenía todo, lo tenía, porque ya no está. Me preparo un café, como el de aquel horrible día, mientras pienso en lo horrible que será para el pequeño Finnick crecer sin su padre. De momento él no se entera de nada, pues con un año se es consciente de poco, pero de mayor  sé que le dolerá ver como otros niños juegan con sus padres, mientras que él estará sólo con su madre, la conocida como la demente del Distrito 4. Al pensar esto siento como si una punzada se me hubiese clavado en el corazón y pequeñas lágrimas caen de mis ojos. Lloro con disimulo, gritando en mi interior, agarrándome fuertemente la zona donde se encuentra el corazón y oigo un pitido que me indica que el café está hecho. Me limpio las lágrimas, aunque sollozo, pues duele pensar que a tu hijo le puedan tratar diferente por vivir sin padre y con una madre loca. Cojo la taza de café y cojo lo de siempre, el terrón de azúcar, la cucharilla y cuando voy a por la leche veo que apenas queda. Y vuelve a mi cabeza Mikel, dándome cuenta de que desde que nos trajo la leche, no ha vuelto por aquí. Necesito saber de qué me conoce, quién es él. Es algo que me corroe desde aquel día. Me echo  un poco de leche en la taza y el terrón de azúcar y con la cucharilla muevo el café. Sin pensármelo dos veces, me bebo el café de un trago, haciendo que mi garganta me duela levemente. Y me doy cuenta de que el bebé nada más despertar tendrá hambre, por lo que con la leche que queda le haré un biberón. Abro el armario que está encima del fregadero y saco el biberón transparente con  pequeñas nubecitas azules. Le quito la retina y vierto la leche en el biberón. Por lo que se ve, quedaba justamente para hacer el biberón. Cojo el biberón y lo meto en el microondas, programando un minuto. Mientras, yo recojo lo que he puesto por medio y cuando me doy cuenta el microondas me indica que el biberón ya está caliente. Lo saco del microondas, cojo un paño y me dirijo hacia donde mi bebé duerme plácidamente. La mesa que está enfrente de nosotros es donde dejaré las cosas por lo que aparto el cuenco que tiene conchas disecadas y coloco ambas cosas en el hueco. Cojo a el bebé, envolviéndole en la manta medio cuerpecito y me coloco en las piernas.
-Hola pequeñín – digo mientras noto que abre los ojitos. Sonrío y cuando empieza a llorar me le coloco en brazos, le mezo y este se calma, aunque metiéndose el pulgar de su mano derecha en la boca.- ¿Tienes hambre, eh? 
Y es cuando le enseño el biberón cuando éste, aún chupándose el dedo, me mira y me sonríe, mientras que yo me río. Cojo el paño blanco y se lo coloco en el cuerpecito. Luego, cojo el biberón, pero antes de dárselo coloco su cabeza en mi mano izquierda, la que tengo libre en estos momentos. Y ahí es cuando le arrimo el biberón a la boca y Finnick suelta el dedo rápidamente para engancharse a la retina del biberón, bebiéndose la leche como si no hubiese comido en días. 
by La canción del arjé 20:07 6 comments

6 comentarios:

  1. Oh me encanta, es icreible como plasmas los pensamientos de Annie , como se siente por la muerte de Finnick, y por lo que le pasara a su hijo, a demas creas una intriga muy interesante con lo de Mikel, sigue asi, me encanta :)

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    1. Jajaja muchas gracias Angela :D Es que esta chica me da mucha pena... y decdí que podía ser buena escribiendo sobre ella. Jajajaja ya sabréis lo que pasa con él :D ¡Gracias! ¡Besitos! ;D

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  2. oooooooooooooooo lloro ;( no puedo!!!!!!!!!! gracias gracias por este capitulo precioso <3<3<3 lo amo y amo este blog tq Bea :)
    M.T

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    1. Me alegro de que te guste, pero creo que quitaré la historia... No por jorobar, si no que últimamente no tengo tiempo... Ya sabes, los estudios.. ¡Pero pienso recompensaros! :D

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  3. Me encanta la historia *__*

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