El Rincón de los Mares, un blog en el que encontrarás todo lo que estabas buscando: ¡todo tipo de entretenimiento! ¡No te lo pierdas!

sábado, 18 de agosto de 2012

¡Hola marineros! He vuelto con el tercer capítulo :D Lo he hecho un poco más largo que el anterior para agredeceros a los que leéis mi blog que lo leáis. Os lo agradezco de veras. Este capítulo me parece muy bonito y espero que a vosotros también. Hoy el capítulo incluye un vídeo para que entendáis un flashback que tiene Annie. Bueno, Os paso el capítulo :D






Capítulo 3: Descubrir qué es lo importante.



El chico se separa de mí y me mira extrañado.
-¿Finnick? Yo no me llamo Finnick. Me llamo Mikel – dice rascándose la cabeza.
-Pero… Tus ojos… Son como los de Finnick.. Son verdes como el mar…- digo apenada, separándome de su cuerpo para sentarme a su lado, aunque esta vez un poco más distanciada de él que antes.
- Mis ojos son marrones castaño…- dice mientras se pone la camiseta blanca la cuál le he quitado antes. -¿No me recuerdas, verdad?- y cuando dice esto, pequeñas lagrimas caen de sus ojos.
Recordarle… No, no le recuerdo. Desde que fui a la arena, de mi vida sólo recuerdo pequeñas cosas.  Al intentar recordar quién es este chico, recuerdo el por qué fui yo a la arena, el por qué el Presidente Snow amañó las papeletas para que saliese yo sí o sí. Y todo esto fue por Finnick… Aún sabiendo que fue por él, le perdono. Tuvo que soportar mucho a Snow, le hacía acostarse con mujeres del Capitolio sin que él quisiera… Maldigo a Snow por eso. Respiro hondo y vuelvo a intentar recordar quién es este chico que está a mi lado. Le miro de reojo y veo que se está levantando.
Y cuando le voy a responder, dice en alto:
-No, supongo que no te acuerdas de mí…- y se va por donde entré yo.
Me quiero levantar, seguirle y que me cuente quién es, de qué le conozco, pero estoy tan cansada y tan sorprendida por lo que acaba de pasar que no tengo fuerzas para levantarme. Y un pensamiento oscuro se pasa por mi cabeza. Soy estúpida, he comparado a Finnick con ese tal Mikel, que según él me conoce. Subo mis piernas, coloco mi cabeza sobre ellas, llorando como si fuese el fin del mundo. Para ser sincera no me importaría que el mundo se terminase ahora mismo, aunque por otra parte quiero que mi hijo sea feliz y disfrute de su vida, aún teniendo una madre que está desorientada mentalmente como soy yo... En ese instante me doy cuenta de algo que se me había olvidado completamente: ¡mi hijo está sólo en casa! Oh dios, como le haya pasado algo me muero. Y es eso lo que me da fuerzas para levantarme y salir corriendo por donde he venido, por donde Mikel se ha ido triste, porque no le recordaba.  Voy tan concentrada en el bebé, que me he enredado el pie con una enredadera. Ésta hace que tropiece y me caiga al suelo, haciendo que en mi rodilla se haga una herida leve, pero de la que sale sangre a borbotones. Me levanto a duras penas, cojo una gran hoja de una palmera y me la pongo en la herida, reteniendo durante un tiempo la sangre.  Ando medio corriendo sujetándome la hoja sobre la herida y ahora sí, mirando el suelo, no quiero tropezarme de nuevo. Cuando menos me doy cuenta, he llegado a mi casa. Entro por la puerta de la valla blanca que rodea mi casa y jardín, el cuál está lleno de flores. Ando por el camino de piedras y cuando llego al porche veo que la puerta está cerrada, lo que hace que ande por el porche a la puerta de atrás, la cuál seguro que está abierta. Y efectivamente, al intentar abrirla, ésta se abre sin dificultad alguna. Entro corriendo como mi herida me lo permite y escucho como un bebé llora fuertemente. Tiro la hoja de la palmera al suelo, no me importa manchar el suelo ni que se me infecte la herida. En estos momentos lo único que me importa es el bebé. Subo la escaleras como puedo, tropezando alguna que otra vez, aunque sigo subiendo y cuando llego arriba, corro a mi habitación, a la cuna y allí encuentro al bebé llorando. Lo cojo en brazos, meciéndole para que se este se calme, y lo hace, se calma. Estoy tan cansada que lo único que me apetece es dormir, pero no puedo.  Tumbo al bebé en mi cama, en el lado en el que Finnick dormía conmigo antes de la revolución. Finnick se chupa el dedo, le acaricio la nariz y él me sonríe. Y es ahí cuando le prometo que nunca estará solo.   
by La canción del arjé 15:14 6 comments

6 comentarios:

  1. Me he quedado de piedra por su confusión de persona, aunque sinceramente, entiendo a la pobre Annie, ha de estar conmocionada por la pérdida de Finnick. Es cierto que en la saga, Katniss hace alusión al dolor que puede sentir Annie, pero ahora estamos prácticamente dentro de su cabeza. La obsesión por verle de nuevo, sumada al intento de continuar del que hace gala con el bebé... realmente me da pena e-e

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, eso es lo que quiero dar a entender... Annie lleva una vida durísima y me encantó la historia de ellos dos desde el principio y me dolió mucho que matasen a Finnick. Me alegro de que te guste la historia y de que me comentes en todos los capítulos, me hace ilusión que comentéis :D

      Eliminar
    2. Ya sabes que lo prometido es deuda, y como digo hasta la saciedad, si quiero que me comenten, yo misma he de comentar para no quedar como una hipócrita. Sé, además, la ilusión que le hace a un escritor que comenten o le den consejos sobre lo que escribe.

      Eliminar
    3. Jaja :D Sí, me hace mucha mucha ilusión. Me hace tener más ganas de seguir escribiendo :D

      Eliminar

Bookmark Us

Delicious Digg Facebook Favorites Stumbleupon Twitter

Search